viernes, 3 de agosto de 2007

Via de la Plata 2.007 (Inconclusa)



VIA DE LA PLATA. VERANO 2.007

Esta podría perfectamente titularse la “Crónica de un fracaso”. Tantos meses de ilusiones y preparativos, tantas esperanzas puestas en la ruta para encontrarme con una prematura retirada, sin haber completado ni la cuarta parte de la misma.

Lo peor de todo es que, a pesar de mis temores iniciales, la ruta no me ha resultado de gran dureza física. Incluso para un novato de las alforjas como yo, me he llevado la agradable sorpresa de que el peso influye menos de lo que pensaba en el pedaleo. Pero no contaba con un elemento inesperado: el calor. Efectivamente, el calor me ha matado. Además de haber tenido la mala suerte de encontrarme con la primera ola de calor en un verano hasta el momento bastante fresco, nunca pensé que este factor pudiera influir de tal manera. El agravante ha sido que, debido a la cantidad de líquido que debía tomar, no tenía nada de hambre. Después de dos días de pedaleo sin prácticamente comer, el tercer día tomé la decisión de abandonar. Ahora que ya han pasado tres días, me maldigo por no continuar, pero mirándolo fríamente, creo que tomé la decisión adecuada. Me estaba exponiendo a males mayores si continuaba así. Aunque todavía me sentía fuerte, no era prudente proseguir alimentándome a base de gazpachos, que era lo único que admitía mi estómago, además de litros de agua, cocacolas y cualquier otro líquido.

Aún así, ahí va mi minicrónica:

Sábado 28-7-07. Mérida

Llego a Mérida con el coche de alquiler que había contratado en Madrid. Lo devuelvo en la oficina de Avis que está en la estación de autobuses. Hasta el Hostal Senero, donde iba a pasar esa noche, me permito el lujo de dar las primeras pedaladas. No llega ni a un km. En el Hostal, por cierto donde atiende una familia a cada cual más amable, dejo la bici y me dispongo a visitar la ciudad. De una estancia anterior, tengo pendiente una visita al Museo Nacional de Arte Romano. Verdaderamente impresionante. Del edificio en sí, obra de Rafael Moneo, creo que hay opiniones para todos los gustos. Particularmente creo que es de agradecer la sobriedad del mismo.
Consigo la credencial en la Asociación de Amigos del Camino, y paso el resto del día paseando y viendo la penúltima etapa del Tour, en la que Alberto Contador consigue mantener el maillot amarillo.
A toro pasado, creo que este día cometí el primer error. Dado que llegué muy pronto a Mérida, debería haber aprovechado para hacer parte del camino, hasta Aljucén. Lo tendré en cuenta si repito la experiencia.

Domingo 29-7-07. Mérida-Caceres. 81 km.

Inicio la ruta a las 8,00 h. Mi intención era madrugar más, pero la bici estaba en la recepción del hostal y no abrían hasta esa hora. Ya hace calor, pero resulta agradable el pedaleo. Me encamino hacia el embalse de Proserpina, una obra romana impresionante. Una vez pasado el mismo, al cabo de un par de km se deja la carreterilla y se toma un camino que conduce al pueblo de Carrascalejo. Sin duda, para mí este es el tramo más bonito de la jornada. Después, se llega enseguida a Aljucén. A partir de este último pueblo, viene un tramo de más de 20 km de absoluta soledad hasta llegar a Alcuéscar. En este tramo me crucé con los únicos peregrinos que vería en todo el día. Era un grupo de tres personas a pie, un hombre y dos mujeres. Nos saludamos efusivamente y cada uno continúa a su ritmo. Creo que todos notábamos ya la soledad. Al llegar a Alcuéscar, paro en un bar a tomar un bocadillo de jamón que no consigo terminar (primer síntoma), acompañado de dos cocacolas que me saben a gloria. Continúo la ruta. Hasta Casas de Don Antonio, el paisaje es agradable, pero una vez pasado este pueblo, la ruta transcurre paralela a la carretera, en un paisaje árido, sin ninguna sombra. A la salida de Aldea del Cano, nada más atravesar la carretera me encuentro con una fuente. Aprovecho para reponer los bidones, mojarme la cabeza y prosigo. Un poco más adelante, tengo el primer despiste de la jornada. Al llegar al Aeroclub de Cáceres, no veo ninguna flecha y justo delante de las pistas de despegue el camino gira a la izquierda. Pues por ahí me voy. Al cabo de 1 km me percato del error. Doy la vuelta y vuelvo a las pistas. No me imaginaba que el camino atraviesa las mismas y continúa entre los hangares. Llego a Valdesalor (veo en Internet que algún bicigrino ha rebautizado el pueblo como Valdecalor). Paro en la gasolinera a la salida, me tomo otra cocacola y vuelvo a reponer los bidones con agua fresca. Me encamino a la última subida de la jornada, y desde ahí, rápidamente llego a Cáceres. Aquí vuelvo a perder las flechas, así que me meto en la ciudad por unas avenidas grandes y preguntando, consigo llegar al albergue Las Veletas, a las 14,30 h. Me asignan una habitación con cinco camas en la que sería el único huésped. Me ducho y me voy a comer a la Plaza Mayor, que está al lado. Me tomo de primero un gazpacho y el segundo, pollo asado, lo dejo prácticamente entero. Ya me empiezo a preocupar porque me resulta imposible deglutir nada sólido. Por la tarde, aprovecho para visitar la parte vieja de la ciudad, pero el calor es tan intenso que me vuelvo enseguida al albergue. Esa noche no consigo cenar nada.


Lunes 30-7-07. Cáceres-Galisteo. 76 km.

Este día sí consigo empezar a pedalear a las 7 h. La verdad que se agradece. Los primeros km, hasta El Casar de Cáceres. A partir de aquí, se inicia el camino hasta el embalse de Alcántara, y empiezo con la rutina de las cancelas: bajar de la bici, abrir la cancela, pasar la bici, cerrar la cancela, montar en bici y proseguir. A lo largo del día, calculo que repetiría la operación unas 20 veces. En este tramo veo al único peregrino de la jornada. Iba a pie. Una vez llegado al embalse, tramo de carretera de unos 5 km, que me resultan cómodos. Pero después, para compensar, el tramo hasta Cañaveral resulta duro y difícil por el paisaje desnudo, árido y con alguna subida importante. Paro en este pueblo a almorzar. Le pido al camarero del bar medio bocadillo de tortilla de patatas con pimientos, que estaba de muerte, pero no consigo terminar. Eso sí, me tomo mis dos cocacolas de rigor. Prosigo con un tramo todo en subida. Justo antes de llegar al Puerto de los Castaños, me encuentro con un rampón en el que tengo que hacer empujing por primera vez. Una vez en el puerto, pierdo las flechas, así que aprovecho para acercarme por carretera a Grimaldo, donde paro en una fuente a reponer agua en los bidones. Continúo por carretera, tomo el desvío de Holguera y enseguida me vuelvo a reencontrar con el camino. A partir de aquí, la ruta transcurre por senderos en algunos casos en muy mal estado para la bici. Se convierten en verdaderas trialeras. Llego a una carretera y tras un corto tramo por la misma, retomo la ruta por una pista en buen estado que me lleva directamente a Galisteo. Pero antes de llegar, hay que desviarse del camino en un cruce indicado. Aquí me encuentro de nuevo con un rampón que me obliga otra vez a practicar el bonito deporte del empujing. Bajo un sol inclemente, echo varios tragos de agua calentorra de los bidones. Así, sin más, llego al pueblo a las 13,30 h y me alojo en el bar Los Emigrantes. Me meto en la ducha bajo el agua fría, pero ni por esas consigo quitarme el calor. Bajo al restaurante a comer. Se repite lo del día anterior, me tomo de primero un gazpacho y el segundo, merluza rebozada, ni lo pruebo. Me paso la tarde en la habitación con el aire acondicionado a tope. Ya me empieza a preocupar la situación. A las 20 h., salgo a dar un paseo por el pueblo, también para ver si se me abre algo el apetito. En una tienda, compro un pack de 6 Actimel que me los bebo prácticamente seguidos. Esa sería mi cena del día, junto con una barrita de muesli. Ya en la habitación, empiezo a valorar seriamente la posibilidad del abandono. Mirando el mapa, veo que estoy cerca de Plasencia, desde donde podría volver a casa sin problemas. Si continúo la ruta, mi siguiente escapatoria estaría en Salamanca, y me quedan dos etapas para llegar allí. Decido que, según pase la noche y amanezca al día siguiente, tomaré una decisión sobre la marcha. Además, para retomar la ruta debo ir hacia San Gil, que está en la carretera de Plasencia.




Martes 31-7-07. Galisteo-Plasencia. 20 km.

La noche la paso mal debido al calor. El aire acondicionado hace muchísimo ruido, así que desisto de ponerlo para no molestar a nadie. Me levanto a las 6,30 h., me preparo y recojo la bici del garaje hacia las 7,15 h. Coloco todo en las alforjas y parto por la carretera hacia San Gil a las 7,30 h. Enseguida llego a este pueblo y veo el camino a la izquierda de la carretera, perfectamente señalizado con un mojón de la Junta de Extremadura. Aquí debería decir eso de que “estaba sumido en un mar de dudas”, “el corazón me pedía que girara a la izquierda”, “una fuerza interior me empujaba a continuar”, etc. pero la realidad no fue tan poética. La cruda realidad fue que eché un rápido vistazo al cruce y continué hacia Plasencia, donde llegué antes de la 9 h, ya con una temperatura de 30º C. Y aquí acaba esta primera tentativa de la Vía de la Plata.

Reflexiones a vuela pluma

1ª) Por lo poco que he visto, esta ruta no presenta especiales dificultades físicas. Etapas de 70-80 km son perfectamente factibles.
2ª) He leído en internet que hay ciclistas que se plantean esta ruta en su totalidad por carretera. A pesar del evidente peligro, puede ser una opción interesante. Lo que no tiene mucho sentido es meter una bici con alforjas por trialeras, como me pasó en un tramo entre Grimaldo y Galisteo.
3ª) El paisaje es muy cambiante. Se pasa de zonas de dehesas a otras totalmente desprovistas de vegetación arbórea. Supongo, de todas formas, que al comienzo de la primavera todo el paisaje será espectacular.
4ª) ¡Como he echado de menos el fresco de la sierra de Madrid, donde habitualmente hago mis rutas!.

1 comentario:

Angel *FERARCO* dijo...

Hola Chema. Felicidades por tu blog, de veras me parece muy interesante tanto su contenido como su desarrollo. Soy aficionado al ciclismo e ire siguiendo tus nuevas entradas.
Gracias por compartir tus experiencias con nosotros y ánimo con el blog y cómo no con la BTT.