martes, 11 de noviembre de 2008

9-11-08. Hayedo de Tejera Negra por El Muyo

Recogéis a un perro que anda muerto de hambre, lo engordáis y no os morderá. Esa es la diferencia más notable que hay entre un perro y un hombre.
Mark Twain


Cada día nos superamos. A costa de madrugones y pequeños viajes en coche, estamos descubriendo rutas y paisajes inimaginables. Como decía Antolín García cuando retransmitía la Vuelta: "¡qué bonita es España!". El menú de hoy se inciciaba en El Muyo. Y ustedes se preguntarán: ¿qué es El Muyo?. Me alegra que me hagan esa pregunta. Es una pequeña aldea de 10 habitantes (eso sí, con su propia casa rural), cercana a Riaza, a cuyo Ayuntamiento pertenece. Constituye uno de los ejemplos más significativos de los llamados "pueblos negros", lo cual no es un homenaje a Obama, sino que está relacionado con la pizarra que es la base de su arquitectura, tanto en muros como en tejados. El mismo pueblo se asienta sobre una veta de ese mineral. Curiosamente, la iglesia es el único edificio del pueblo que tiene la cubierta de teja cerámica de color rojo. La venerable institución, siempre dando la nota.

No es que haya poca luz, es que las casas son así de oscuras

Empezamos con 3 km en los que hay unas subidas durísimas, de las de apretar los dientes, meter plato pequeño y encomendarse a Dios y al diablo. De este tramo, lo más significativo son unos riscos desde los cuales nos contempla una pequeña colonia de buitres leonados. En su fuero interno, habrán pensado: ¿y nosotros somos los irracionales?. Además, dos de ellos nos reciben en plan exhibicionista, desplegando sus alas en toda su imponente envergadura. Queda claro quien manda ahí.

La típica foto valle-montaña

Una vez superado el duro trance, continuamos por un falso llano. El paisaje, de postal. A nuestra izquierda, el profundo valle del que se va levantando la niebla según avanza la mañana. Al frente, las cumbres nevadas del pico de la Buitrera, del alto del Cervunalillo (ahí es ná), y otras por encima de los dos mil metros. Embelesado por el paisaje, dejo de atender al GPS como debiera, me salto un desvío y esto nos supone un regalo de 6 km añadidos a la ruta. Pero no pasa nada, desfacemos el entuerto y comenzamos una bajada por una trialera técnica que nos lleva al aparcamiento situado en la entrada del hayedo. Eso sí, después de vadear un río típico de montaña y con una temperatura del agua ídem.

Imponentes perfiles. Todos

Aquí se produce la avería de la jornada. Pierdo el pasador de la maneta del freno delantero y me quedo solo con el trasero. Un poco desanimados ya, entre el despiste y la avería, prescindimos de recorrer el ramal que se interna en el hayedo. Lo dejamos para otra ocasión. Probablemente nos hayamos perdido lo mejor de la ruta, pero eso es una razón más para volver.
Continuamos por la carretera de Cantalojas, y antes de llegar a este pueblo, nos desviamos a la izquierda y paramos un momento a descansar antes de iniciar una larga y tendida subida por una magnífica pista. Aquí tengo ocasión de nuevo de comprobar mi lamentable estado de forma, y al cabo de unos kms me quedo descolgado. Ya vendrán tiempos mejores y bajará el euribor.

¿Esto lo cubrirá el seguro?

Al poco de empezar a bajar, retomamos la pista de inicio de la ruta, la de los riscos de los buitres. Afronto la bajada empinadísima con el freno trasero a tope. Llega un momento que las pastillas huelen a quemado, pero enseguida llegamos al pueblo y damos término a la ruta.
Dado que no la hemos completado, no guardo esta vez el track. De los 45 km previstos, hemos hecho 40, a una media bastante baja.