Los que saben hacer las cosas, las hacen; los que no saben, enseñan a hacerlas; los que no saben enseñar, enseñan a los que enseñan, y los que no saben enseñar a los que enseñan, se meten en política.
Muriel Barbery
Una de mis manías recurrentes cuando voy en bici (y creo que común a muchos ciclistas) consiste en ir tarareando mentalmente una canción, o mejor dicho, el estribillo de una canción. Es importante que la copla sea lo más absurda posible. Valen tanto el tractor amarillo como una de Village People. Es importante también que, aunque te sepas la letra, el tarareo no pase del "tiro riro tiro riro" y el "para bara para pa". Esto, repitiéndolo de forma machacona durante las tres horas de ruta. ¿Y para qué sirve?. Ni idea. Pero es algo totalmente ajeno a mi voluntad. El mecanismo se pone en marcha solo y va funcionando de forma autónoma. ¿Se sincronizan mis pedaladas al ritmo de la coplilla?. Qué más quisiera. Misterios de los seres humanos. O de las personas.
El duro invierno nos ha concedido una tregua y un sol radiante me ha acompañado toda la mañana. Como no siempre se puede disfrutar de una ruta pata negra, y tampoco tenía ganas de coger el coche, he diseñado una por los alrededores de mi casa. Tampoco desmerece en interés y me ha servido para afinar algo mi lamentable estado de forma. Como siempre en estos casos, elijo como punto de inicio la ermita de La Navata. A pesar de los años que llevo residiendo en la zona, ni la he visitado nunca ni sé como se llama. Voy a ir al infierno de cabeza. Pero he de reconocer que, como punto de referencia o de encuentro, cumple perfectamente su función.
Primero por una pista en buen estado y después por un senderillo, me encamino hacia la urbanización los Jarales en Torrelodones. Después, tomo la M-852 y tras atravesar la carretera de El Escorial, inicio el ascenso por pista hacia los Ranchos, ya en Colmenarejo. Callejeando un poco por zonas de chalets con muchos letreros de Se Vende, llego a la Universidad Carlos III. Aquí, de nuevo retomo una pista que en los mapas se denomina, con mucho optimismo, carretera de Villanueva del Pardillo.
Enseguida la abandono para, hacia la derecha, iniciar el descenso al embalse de Aulencia. Ya cercano a él, el camino se torna en trialera impracticable para mis habilidades, por lo que echo pie a tierra. Aprovecho para ver con detalle la presa y hacer unas fotos. Veo un cartel con el aviso de "Prohibido el baño. Aguas cenagosas". Parece de película de terror de serie B, pero la realidad es mucho más prosaica. Este embalse se construyó en el año 1.945 y durante 30 años abasteció de agua a los pueblos de la sierra, hasta que la construcción en 1.975 del embalse de Valmayor unos kilómetros más arriba, lo condenó al olvido. A partir de ese momento, los lodos provenientes de la depuradora situada a los pies de Valmayor se han ido acumulando aquí, y el imponente muro no ha servido sino de contención para los desechos de dicha depuradora. Por ello, a pesar de la altura de la presa, la realidad es que en el embalse hay poco más de un metro de agua, ya que está totalmente colmatado de lodos. Obviamente, no es recomendable el baño. Y es una pena, porque el idílico entorno en que se sitúa, merecerían un mayor cuidado y limpieza. Asimismo, de las construcciones que, abandonadas, languidecen y amenazan ruina. Cuesta imaginar como sería aquí la vida de los que cuidaban de la presa, de las balsas de depuración, etc...Y en realidad, no hace tanto tiempo de ello. Eso sí, no conocerían el estrés.
Embalse de Aulencia
Este embalse lo hemos cruzado en varias ocasiones, con motivo de las marchas de Valdemorillo y Galapagar. Pero ahora han colocado al comienzo y final de la pasarela una barandilla que imposibilita pasar montado en la bici. Hay que pasar la bici por encima. Dado el número de bikers de estas marchas, el atasco que se forme puede ser monumental.
A partir de aquí, comienzo el ascenso hacia la urbanización Pino Alto, ya en Valdemorillo. Una vez en ella, sobre asfalto, me dirijo a la presa de Valmayor, que la atravieso y poco más adelante abandono la carretera para tomar una pista hasta la ermita de Colmenarejo, la cabecera de Valmayor y la urbanización los Arroyos. Siempre por pistas en buen estado, me cruzo con nuemerosos bikers y paseantes. El buen día invita a ello. También contemplo a los numerosos pescadores que se afanan por pillar algo en la orilla del embalse. Por cierto, nunca más se supo de aquella leyenda sobre un cocodrilo avistado por varios testigos en Valmayor. Lo más sorprendente en estos casos en la firmeza conque todos mantienen su postura. Es igual que cuando desaparece algún niño. De inmediato surjen honrados ciudadanos que afirman de forma contundente haberlo visto en los más peregrinos lugares. ¡Lo que hace la gente para salir en la tele!.
Bastante cansado ya, afronto los últimos kilómetros de la ruta por la zona del cementerio de Galapagar, desde donde asciendo hacia la subestación eléctrica y entro de nuevo en La Navata por el campo de tiro.
No ha estado mal. Han sido 39 km a la medida de mi actual estado de forma. Como casi siempre, he colgado el track de la ruta aquí, en wikiloc.
A partir de aquí, comienzo el ascenso hacia la urbanización Pino Alto, ya en Valdemorillo. Una vez en ella, sobre asfalto, me dirijo a la presa de Valmayor, que la atravieso y poco más adelante abandono la carretera para tomar una pista hasta la ermita de Colmenarejo, la cabecera de Valmayor y la urbanización los Arroyos. Siempre por pistas en buen estado, me cruzo con nuemerosos bikers y paseantes. El buen día invita a ello. También contemplo a los numerosos pescadores que se afanan por pillar algo en la orilla del embalse. Por cierto, nunca más se supo de aquella leyenda sobre un cocodrilo avistado por varios testigos en Valmayor. Lo más sorprendente en estos casos en la firmeza conque todos mantienen su postura. Es igual que cuando desaparece algún niño. De inmediato surjen honrados ciudadanos que afirman de forma contundente haberlo visto en los más peregrinos lugares. ¡Lo que hace la gente para salir en la tele!.
Bastante cansado ya, afronto los últimos kilómetros de la ruta por la zona del cementerio de Galapagar, desde donde asciendo hacia la subestación eléctrica y entro de nuevo en La Navata por el campo de tiro.
No ha estado mal. Han sido 39 km a la medida de mi actual estado de forma. Como casi siempre, he colgado el track de la ruta aquí, en wikiloc.
2 comentarios:
Pues me alegro mucho de lo de la barandilla del puente, porque pasé un miedo de cojo...
El Globero
Great photos !...
Ciao from Italy
:)
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