domingo, 18 de mayo de 2008

18-5-08. La Pedriza bajo la lluvia

Un optimista es el que cree que todo tiene arreglo. Un pesimista es el que piensa lo mismo, pero sabe que nadie va a intentarlo.
Jaume Perich

En una época como ésta, de pertinaz sequía según las sabias y doctas autoridades competentes, he salido a pedalear por enésima vez bajo una manta de agua. Mala suerte que tiene uno. Y para terminar de poner a prueba mi componente masoquista, me he acercado a La Pedriza, con ascensión a La Nava (1.960 mts) incluida. A las 8,30h de la mañana, mientras montaba la bici en el aparcamiento de Canto Cochino, los pocos montañeros que deambulaban por allí me miraban con cara de "¿ande va éste?". Me he quedado con las ganas de confirmarles sus sospechas: sí, soy freaki porque el mundo me ha hecho así. Nada más salir del aparcamiento me cae la prime
ra chupa de agua, que no me dejará hasta llegar a la buitrera. Aquí, he dudado si subir o no a La Nava, pero como la lluvia parecía que daba una tregua, he optado por intentarlo. Tras casi 6 km de ascensión, he llegado y como siempre, me he deleitado con las espectaculares vistas. Hoy, además, debía ser el día de la fauna nacional. Primero he visto dos tímidos corzos en el bosque, subiendo hacia la buitrera. Camino de La Nava, me he encontrado con un rebaño de cabras montesas descansando tranquilamente en el mismo camino. Me han dejado acercarme lo suficiente para hacerles fotos. La población actual de las cabras, cifrada en unos 800 ejemplares, es fruto de una reintroducción efectuada en los años 90 con animales procedentes de Gredos y las Batuecas. Por lo visto, este año el gobierno regional está planteándose declarar la especie como cinegética, ante lo que considera sobrepoblación de ejemplares. Parece que no puede haber otras alternativas, como traslados de ejemplares a otras zonas o reintroducción de depredadores (¿el lobo?). Para terminar con el desfile de fauna, bajando La Nava se me ha cruzado un zorro que debía sufrir de obesidad, porque nunca había visto uno de ese tamaño. Obviamente, no me ha dejado hacerle fotos. Tanto en este tramo como en el que va de la buitrera al collado de los Pastores me he cruzado con ciclistas. Y más sorprendente aún, al poco de comenzar a bajar me he cruzado con un tío que subía hasta La Nava ¡corriendo!. Un verdadero crack. En el collado de los Pastores he parado un rato para descansar. Y justo cuando he iniciado el descenso hacia Canto Cochino, ha comenzado de nuevo a jarrear. Ya no me ha abandonado la lluvia hasta que he llegado al coche. La jornada de hoy me ha recordado a otra con la misma ruta y las mismas circunstancias. Fue el día de la boda del príncipe. Me hice el firme propósito de ser uno de los pocos españoles que no iban a ver en directo el enlace. Aquel día, como hoy, terminé calado hasta los huesos. La lástima fue que llegué a casa y todavía no habían terminado todos los actos de la ceremonia. ¡Qué pesadez!.
Como resumen, 41 km de puro mountain bike. La Pedriza nunca defrauda.

domingo, 4 de mayo de 2008

4-5-08. Abantos. Cueva Valiente

El político debe ser capaz de predecir lo que va a pasar mañana, el mes próximo y el año que viene; y de explicar después por qué fue que no ocurrió lo que él predijo.
Winston Churchill

Hoy me propongo enlazar dos duras subidas. Primero, el conocido alto de Abantos, tantas veces recorrido en la Vuelta Ciclista a España, y a continuación la subida al pico de Cueva Valiente, extraño nombre para una subida colosal. Dejo el coche en el área recreativa el Tomillar, en la carretera de El Escorial a Guadarrama. Aquí mismo comienza la subida a Abantos, por una vertiente que, a mí particularmente, me gusta más que la subida desde el monasterio, ya que desde el primer momento transcurre por zonas boscosas, y se evita de ese modo callejear por San Lorenzo del Escorial. De cualquier modo, a partir del km 4 o 5 se unen las dos subidas. A partir de ese punto, comienza la parte más dura de la ascensión, sobre todo una vez pasado el arboreto Luis Ceballos. Más o menos 1 km después del arboreto, comienza un tramo durísimo de 1,5 km, con porcentajes superiores al 15%, hasta remontar el collado y asomarnos a la vertiente abulense de la sierra. Desde aquí hasta el alto quedan 2 km de pendiente llevadera. Inicio el descenso por una carretera en perfecto estado, asfaltada con motivo o por lo menos coincidiendo con la última Vuelta a España. En algunos tramos de bajada el cuenta supera los 60 km/h. Llego rápidamente al cruce donde tomo el desvío de la izquierda para encaminarme al cámping de Peguerinos. Desde aquí comienzo de nuevo a subir, primero de forma suave. A la altura del cámping supero una cancela para continuar por la pista que lleva al embalse de Peguerinos, que se encuentra a rebosar tras las últimas lluvias. En la cola del mismo, encuentro un cruce en el que me desvío hacia la derecha para, tras unos kilómetros de cómoda subida, llegar al alto de la Gargantilla. De aquí salen varios caminos. El de enfrente me llevaría a San Rafael. Yo tomo el de la derecha, para iniciar los 3 últimos y durísimos kilómetros hasta conseguir el objetivo. En este último tramo tengo que echar pie a tierra en un par de ocasiones, no solo por la gran pendiente, sino sobre todo porque la pista es toda de piedra suelta y se pierde totalmente la tracción. Seguro que habrá craks que consiguen subirlo montados, pero no es mi caso. Sin más novedad llego al pico de Cueva Valiente, donde me recibe un precioso huski que estaba dormitando en la puerta del refugio. Como siempre, disfruto de las increíbles vistas y descanso un rato mientras doy buena cuenta de las barritas de rigor. Estoy a una altura de 1.903 mts, pero la temperatura es muy agradable. Que nadie se moleste en buscar una cueva en las inmediaciones del pico porque no la hay. El origen de tan extraño nombre es desconocido. Comienzo el descenso y al poco, en una amplia curva a derechas del camino de subida, tomo un senderillo que sale enfrente y me llevará hasta el collado Hornillo. Este sendero es una verdadera trialera, lo cual no me hace ninguna gracia, pero es el único camino que conozco para poder completar la ruta que me he propuesto. Afortunadamente, no es muy largo. Además está muy deteriorado por el continuo paso de motos. Veo que alguien, en un arrebato de lucidez, ha intercalado troncos en el camino para impedir su paso. Con ello, lo único que conseguirá es lo que ya resulta evidente, que las motos se desvían del camino y pasan campo a través, con lo cual, lejos de mitigar el deterioro, lo agravan. Acojo con alivio la llegada al collado y a la carretera. Tomo la dirección de la izquierda para llegar al collado de la Mina. Es curiosa la historia de este collado. Anteriormente, se llamaba collado del Ciervo, pero en la época de la II Guerra Mundial, se explotaba en sus inmediaciones una mina de wolframio, mineral de gran valor estratégico, ya que servía para blindar la punta de los proyectiles anti-tanque. Por lo visto, la explotación se realizaba tanto a cielo abierto como en mina de galería, que según parece se encuentra unos 100 mts por debajo de la carretera. Habrá que investigar en otro momento y tratar de visitarla. De ahí que, en la actualidad, se haya impuesto el topónimo de collado de la Mina. Una vez alcanzado el collado y ya en territorio madrileño, desaparece el asfalto de la pista. Inicio el descenso y un poco antes de llegar al alto del León, me desvío a la derecha para tomar una nueva pista que me dejará en el embalse de la Jarosa. Desde aquí, ya por carretera, llego a Guadarrama, donde cojo la M600 para dirigirme al punto de inicio de la ruta, en el Tomillar. Este tramo entre Guadarrama y El Escorial es bastante problemático por el intenso tráfico, pero no conozco ninguna alternativa por caminos o pistas.
Al final, me han salido 51 km de una ruta muy exigente pero divertida, variada y con unos paisajes espectaculares.

viernes, 2 de mayo de 2008

2-5-08. Anillo ciclista de Madrid

El hombre que se ríe de todo es que todo lo desprecia. La mujer que se ríe de todo es que sabe que tiene una dentadura bonita.
Enrique Jardiel Poncela

Hacía tiempo que tenía curiosidad por conocer el anillo verde ciclista de Madrid. En principio, un carril bici de 63 km que circunvale la ciudad parece un reto interesante. Además he pensado, con el ojo clínico que me caracteriza, que al ser día festivo en mitad de un puente tan largo, no habría mucha gente. En esto, también me he equivocado. Ya lo decía el torero, hay gente pa tó. Y vaya si la hay, a la vuelta a casa me he tenido que tragar el habitual atasco de la A6.
He dejado el coche en la zona de Puerta de Hierro, y he iniciado la ruta en dirección a la Casa de Campo, es decir, en sentido contrario a las agujas del reloj. Al poco de comenzar me he encontrado con un tramo en obras. Enseguida, se toma el puente que atraviesa la A6 y se inicia una parte interesante y por una pista ancha, sin ninguna dificultad ni peligro para el pedaleo. Esto dura hasta salir de la Casa de Campo. Quizá el único punto conflictivo es cuando se pasa por la misma puerta de entrada del zoológico. He visto también los preparativos de la prueba de la Copa del Mundo de MTB que se celebra el domingo.
Al salir de la CDC y entrar en el barrio de Latina, comienza propiamente el anillo por terreno urbano. Aquí comienzan las dificultades. Hay que extremar la precaución en los cruces de calzada, casi siempre semáforos mediante. En otros casos, por pasos de cebra que no siempre son respetados por los vehículos. Además de ello, los peatones aprovechan el carril bici para pasear, aunque no haya una parte del mismo específica para ello. Se continúa así por los barrios de Carabanchel y Usera. El siguiente tramo despejado de vehículos es el parque lineal del Manzanares. A la salida del mismo, está el que para mí es el punto negro del anillo: un paso por un túnel bajo las vías del tren, por una acera de medio metro de ancha. Si te cruzas con otro ciclista o peatón, tienes que bajarte obligatoriamente a la calzada. Creo que este punto se puede calificar de inadmisible. A partir de aquí, entramos en el parque de Entrevías y la zona de Vallecas, sin ninguna dificultad salvo algún cruce de carreteras. El siguiente barrio que atravesamos es Moratalaz, con las subidas más prolongadas de toda la ruta (por lo menos haciéndola en este sentido), hasta llegar a la intersección con la carretera de Valencia. Al ser el carril bastante ancho, se puede mantener un buen ritmo de subida. El tramo desde la A3 hasta la zona del estadio de la Peineta está bastante bien en cuanto al carril, pero son innumerables los cruces. En la zona del estadio, me encuentro con un desvío provisional de varios kilómetros. Al parecer, debido a las obras del metro que se ejecutan por los aledaños. La alternativa está resuelta en parte por paseos y en parte callejeando, con el peligro que ello conlleva. Al poco de retomar el carril bici, llego a la zona del parque Juan Carlos I y me despisto. No sé por qué he pensado que el anillo iría por su interior y por ahí he ido. Aunque rápidamente me he percatado del error, he aprovechado para recorrer el parque, que no lo conocía, y me he reincorporado al carril un poco más adelante. A partir de aquí se inicia un tramo un poco delirante. Primero, por la gran cantidad de cruces. Después, cuando se llega a Sanchinarro y Las Tablas, se va alternando el carril por los laterales de las avenidas con el centro de las mismas, todo ello acompañado por cruces y más cruces de semáforos. En Fuencarral se entra pasando por debajo de las vías por un túnel amplio y bien iluminado. Tras cruzar la carretera y un pequeño tramo por la misma acera, se retoma la pista para llegar hasta Montecarmelo. Aquí también son numerosos los cruces en un pequeño trayecto. Al salir de este barrio, comienzo el descenso hasta la zona de Puerta de Hierro, punto de inicio de la ruta. De nuevo, me encuentro con los incomprensibles cambios de carril de los laterales al centro de las avenidas. Y por supuesto, con sus correspondientes cruces.
A mí me ha dejado un sabor agridulce. Como idea, como concepto, el anillo es perfecto. Sin embargo, en su ejecución se han cometido a mi entender errores de bulto. Es comprensible que la orografía urbana presenta dificultades difíciles de solventar. Pero, en lo nuevos barrios (Sanchinarro, Montecarmelo, etc...) resulta difícil de entender que no se tuviera en cuenta el diseño del carril bici, cuando habría sido relativamente sencillo integrarlo en su proyecto de urbanización. La sensación que da en muchos tramos es que se ha integrado con calzador. También es cierto que no se debe considerar la utilidad del anillo en niveles deportivos, sino más bien como una posibilidad de unir diferentes barrios de la ciudad mediante un medio de transporte como la bici. En este sentido, no tiene nada que ver con el carril bici de Colmenar Viejo, que sí que es un medio adecuado para dedicarlo a entrenamientos. En cuanto a la señalización, en general es más fiable la horizontal que la vertical. Hay puntos en los que es fácil despistarse, pero enseguida se rectifica. Y por supuesto, quiero insistir en el punto negro del túnel con una acera de medio metro de ancha.
Supongo que con el tiempo, se irán arreglando los tramos que se puedan. Habrá que tener paciencia. Por mi parte, creo que seguiré por un tiempo con mis rutas por la sierra.